Pulgones

Una tarde, con dudas por la tenue luz del crepúsculo, me pareció ver algo extraño en algunas de las plantas del jardín. Una linterna me permitió confirmar mis sospechas: eran pulgones.  

Como siempre busqué la solución en remedios naturales, ancestrales decía mi mujer, pero creo que era su forma de reírse de mí. Eché mariquitas y los pulgones pronto pasaron a mejor vida. Pero los pequeños coccinélidos resultaron ser muy resistentes y realmente propensos a formar familias numerosas. Y tuve que recurrir a diversas especies de pájaros para eliminar a mis moteadas amigas. No parecían ser plato de buen gusto, así que tenía que recurrir a hacer pasar hambre a las aves antes de soltarlas cerca de las plantas. En un par de meses casi todos los gnomos del jardín albergaban nidos de golondrinas. Eso me hizo tener que recurrir a los halcones.  

Han pasado tres años y el tema se ha complicado ligeramente. Mi mujer me dejó hace seis meses, cuando llegó el tigre de Bengala y actualmente tengo un ligero problemilla con las hormigas carnívoras africanas.

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