Jaque Mate

Me acerque a la funeraria para poner en orden los papeles de mi tío Basilio. Las oficinas daban directamente a la calle, en un local comercial. Ya desde fuera veías el suelo, ajedrezado, con azulejos negros y blancos.

El empleado de «Su eterno reposo» me hizo señas para que me acercara desde su mesa, al fondo de la sala. Pero me quedé bloqueado. Algo no marchaba bien. Avancé dos azulejos hacia delante y uno a la derecha, y esperé a que el empleado de la funeraria moviera ficha.

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