Una grata sorpresa tras mucha búsqueda: Scrivener, editor de textos

Este artículo es una gentileza, conmigo, pero también con todos los lectores de este blog, en el que la escritora Laura Tinajero, (se perfil de Twitter, y su página de autora en Amazon), nos cuenta por qué usa esta herramienta de trabajo, este editor de textos en concreto, Scrivener. Sería interesante si alguno de vosotros quiere dejar en los comentarios su opinión sobre esta herramienta, o recomendarnos otra similar:

scrivener

Todos hemos sido alguna vez neófitos en las nuevas tecnologías. Como en todo en esta vida, nacimos con la nada, con esa tábula rasa según algunos filósofos y lingüistas antiguos. Los que empezamos la escuela en los 80, y continuamos en los 90, el único contacto que teníamos con la edición de textos era el papel, el lápiz y, con suerte, una máquina de escribir. Si ya la tuya era eléctrica, eras el rey de la calle. Las nuevas generaciones jamás entenderían que utilizábamos el arcaico procesador de textos de MS-2 en la hora semanal de informática, los que tuvieran la suerte de tenerla en la E.G.B. o en el instituto de turno.

El hecho de saber utilizar bien Microsoft Office era una total odisea incluso en los primeros años del nuevo milenio, del 2000.

Siempre escribí, desde que me enseñaron en 1º de E.G.B., mis historietas: al principio a mano, luego con mi flamante Olivetti Lettera no recuerdo qué número. Años más tarde, muy tarde ya, me llegó mi primera máquina eléctria al tiempo que también mi primer ordenador personal. Ni idea de usar los tabuladores, las sangrías, justificar un texto… Daba igual dónde cayera. Quedaba bonito de todos modos una vez impreso comparado con cómo quedaba directamente de la máquina de escribir.

Llegó el momento de escribir en serio, hace un año. Mi primer texto novelado, extenso y en condiciones lo hice con el Word de toda la vida. En .pdf quedó precioso, lo malo fue intentar maquetarlo y cambiar el formato a .epub, .mobi, etc. Una locura. No había manera de que la gente pudiera leerlo desde sus ereaders.

Muchas horas buscando en la red cómo podíamos arreglar ese desaguisado, hasta que un compañero escritor me comentó que él usaba, por recomendación de otro autor, un programita que se llamaba Scrivener.

Conseguimos hacernos con él, escribo en plural porque mi marido es el que me echa una mano en esto de la tecnología por ser su profesión, y descubrimos todo un mundo de posibilidades como dirían en un anuncio de la tele.

No sólo puedes compilar tu texto en todos los formatos más usuales en cuestión de segundos y sin angustias sino que también te ofrece la posibilidad de organizar tus historias dependiendo de la estructura que le quieras dar, opciones para diseñar un guión de cine incluso, ordenar los capítulos por carpetas, etc. Y no queda ahí la cosa: tienes un apartado donde puedes diseñar las características físicas y psicológicas de tus personajes, como si fuera una chuleta pero sin recurrir al papel o a otro archivo alojado en otro procesador de textos.

Mi segunda novela la escribí directamente en Scrivener y las dos siguientes las estoy creando también en él con la posibilidad de ponerte metas en tus proyectos (número de caracteres, palabras, páginas, etc.), algo bastante cómodo para escribir, por ejemplo, relatos y enviarlos a concursos. Puedes ver incluso las estadísticas de tus proyectos para hacerte una idea de cuántas páginas tendrían tus obras…

Scrivener tiene muchas más “cositas” pero, sinceramente, cuando me pongo a escribir en pura ebullición de mi inspiración, no se me ocurre ponerme a mirar menú por menú a ver qué aplicaciones trae.

Os animo a que investiguéis y expongáis qué más cosas se pueden hacer con este programa tan apañado para escritores.

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