La uva número tres

Pascual se atragantó con la tercera uva de la suerte. Con los ojos aún más saltones que de costumbre miró a Eva boqueando como un salmón fuera del agua, mientras únicamente profería algo similar a un silbido. Eva se lo pensó hasta la novena campanada, se levantó, y tras echar un último vistazo al precioso vestido de Igartiburu en la pantalla del televisor, se fue a poner el camisón.

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